Cuando pensamos en vida inteligente en el reino animal, los delfines suelen ocupar los primeros lugares de la lista. Con su comportamiento juguetón, complejidad social y talento para cooperar, los delfines parecen borrar la línea entre instinto e inteligencia. Pero no son solo sus cerebros lo que los hace especiales. También lo son sus voces.

Los delfines son criaturas increíblemente vocales. Mientras navegan por las profundidades del océano, agrupan peces y fortalecen sus lazos con otros miembros de su grupo, los delfines dependen del sonido para mucho más que comunicarse. Para ellos, el sonido lo es todo: una herramienta, un lenguaje e incluso un mapa del mundo.

¿Qué es un silbido de firma?

Imagine llamar a un amigo bajo el agua y que este le responda desde cientos de metros de distancia. Para los humanos, eso sería un superpoder. Pero para los delfines, es una habilidad innata básica que poseen gracias a sus “silbidos de firma”, señales acústicas únicas que funcionan como nombres.
Descubiertos por primera vez en la década de 1960 por la bióloga marina Melba Caldwell, los silbidos de firma son patrones de sonido específicos que los delfines nariz de botella desarrollan a una edad temprana. Estos silbidos se mantienen estables a lo largo del tiempo y son utilizados por otros delfines para identificar y dirigirse a individuos, especialmente en grupos grandes o dispersos.

De hecho, las investigaciones han demostrado que los delfines no solo reconocen los silbidos de los demás, sino que también los imitan para llamar su atención. Un estudio realizado en 2013 descubrió que, cuando se separaban, los delfines repetían con frecuencia el silbido de firma de su compañero, como una especie de pase de lista submarino.

Este tipo de comunicación referencial, en la que se usan sonidos específicos para referirse a individuos concretos, es extremadamente rara en el mundo animal. Es una de las razones principales por las que la comunicación entre delfines intriga tanto a científicos como a lingüistas.

Chasquidos, chirridos y sonar

Mientras que los silbidos se utilizan para establecer lazos sociales e identificación, los delfines también emiten una variedad de chasquidos y pulsos. Estos se emplean principalmente para la ecolocalización, una forma biológica de sonar.
Así funciona la ecolocalización. Un delfín emite una rápida serie de chasquidos que viajan a través del agua. Cuando estos chasquidos golpean un objeto, rebotan como ecos. El delfín entonces procesa los sonidos que regresan para determinar el tamaño, la forma, la distancia e incluso el material del objeto.

Es una habilidad sensorial fenomenal. Los delfines pueden detectar peces escondidos en la arena; diferenciar entre tipos de metales; e incluso «ver» dentro del cuerpo de otros animales, como si fueran una máquina de ultrasonido.

Cada chasquido en una secuencia de ecolocalización es increíblemente breve, pero los delfines pueden producirlos y procesarlos a velocidades asombrosas. Estudios han demostrado que los delfines pueden interpretar la información de los ecos en tan solo 100 microsegundos. Ese nivel de procesamiento auditivo les permite crear mapas mentales complejos de su entorno, navegar en aguas turbias y coordinarse con otros durante las cacerías.

Sonidos sociales y expresión emocional

Los silbidos de firma y los chasquidos de ecolocalización no son las únicas herramientas vocales que poseen los delfines. También producen una variedad de pulsos explosivos, chillidos y chirridos con fines sociales y emocionales.
Estos sonidos son menos estructurados que los silbidos, pero son increíblemente expresivos. Algunas vocalizaciones indican emoción o curiosidad, mientras que otras expresan angustia, agresión o tranquilidad. Incluso se ha registrado que los delfines en cautiverio producen sonidos únicos en respuesta a sus cuidadores humanos, lo que sugiere que son capaces de aprender nuevos patrones vocales mediante la interacción social.

Curiosamente, estas vocalizaciones emocionales a menudo se acompañan de comportamientos sincronizados como saltos, giros o nados coordinados. La comunicación entre delfines no se basa únicamente en el sonido; está profundamente ligada a la acción, el lenguaje corporal y el contexto.

Investigaciones recientes también sugieren que diferentes poblaciones de delfines pueden tener «dialectos» o culturas vocales propias. En otras palabras, al igual que las comunidades humanas, los grupos de delfines pueden desarrollar métodos de comunicación distintos que se transmiten de generación en generación.

Por qué importa la comunicación de los delfines

Estudiar la comunicación de los delfines nos ayuda a entender más que solo a los delfines; también arroja luz sobre la naturaleza del lenguaje mismo. Aunque ningún animal no humano posee un sistema de lenguaje exactamente como el nuestro, los delfines se acercan sorprendentemente en varios aspectos: llamadas basadas en la identidad, significado contextual, aprendizaje vocal y matices sociales.
Nos recuerdan que la inteligencia y la emoción no son exclusivas del ser humano. Y en una era en la que la contaminación acústica marina dificulta que los delfines escuchen y se hagan escuchar, comprender su lenguaje no es solo un ejercicio académico, sino un paso hacia su protección.

Un mundo que se escucha a través del agua

A diferencia de nosotros, los delfines viven en un mundo donde la vista pasa a segundo plano y el sonido reina. Cada chirrido, silbido y chasquido transmite información crucial para la supervivencia, la cooperación y la conexión. Sus voces resuenan en el océano como una maravilla de la evolución y un poderoso recordatorio de que la comunicación adopta muchas formas.
Desde llamarse por su nombre hasta mapear el fondo del océano con sonido, los delfines ejemplifican cuán compleja y elegante puede ser la comunicación animal. Y al igual que nosotros, utilizan el lenguaje para mantenerse cerca, navegar su mundo y hacerse oír, incluso en el vasto silencio del mar.

Sobre del autor
Prateek J

Prateek J

Prateek es un escritor independiente con formación académica en ciencias de la información e ingeniería. Tiene un gran interés en el campo de la semiótica y disfruta del teatro, la poesía y la música.