Los clichés son el eje central de una maniobra lingüística en particular que actúa de manera sutil pero impactante. La terminación del pensamiento, también conocida como el cliché que termina una conversación, puede poner fin a una charla de inmediato e incluso mantener a las personas atadas a una ideología. ¿Cómo pueden estas frases aparentemente inocentes tener un efecto tan poderoso? Todo se reduce a la forma en que las personas se relacionan entre sí.

¿Qué es la terminación del pensamiento?

Un cliché que termina el pensamiento pone fin a una discusión de inmediato. Por ejemplo, suponga que está intentando convencer a su amigo de que la manera en que trata a su pareja no es saludable. “Sus acciones son hirientes”, le dice. “¿Qué tal si intenta esta opción más justa en su lugar?”

Su amigo apenas se detiene antes de responder simplemente: “Siempre lo hemos hecho así”.

Esto acaba con la conversación al instante. Su amigo ha cerrado la puerta a más intentos de convencerlo, dejando claro que no le interesa recibir opiniones externas y que no cree que sus acciones sean problemáticas en primer lugar. Incluso usted, que actúa con buenas intenciones, no tiene una base sólida para seguir avanzando en la conversación de una manera productiva, más allá de repetir su punto. Por eso los clichés que terminan el pensamiento son tan efectivos.

Otros ejemplos de terminación del pensamiento (es decir, formas de cortar una conversación rápidamente) incluyen:

  • Dios/el universo actúa de maneras misteriosas
  • No cause problemas
  • Eso está por encima de mi/su nivel salarial
  • Es lo que es
  • Mejor aceptemos estar en desacuerdo
  • Confíe en el proceso
  • Ahora no es el momento
  • Así son las cosas
  • Si no está roto, no lo arregle

El poder de la terminación del pensamiento

¿No son solo simples clichés? Aunque muchas personas los usan sin la intención consciente de ejercer poder sobre otros, eso es, en efecto, lo que hacen. Los clichés que terminan el pensamiento colocan a una persona no solo en control del contenido de la conversación, sino también de su final. Así, la otra persona queda sujeta a ese desenlace, sin importar si tenía más que decir.

Para ser claros, la otra persona puede seguir hablando. Pero normalmente ya no se le considera parte de la conversación, y la otra parte ya no tomará en cuenta sus palabras, pues ha dado por concluido el intercambio.

Aunque una persona común puede utilizar estos clichés sin querer, estas maniobras lingüísticas pueden tener consecuencias mucho más serias. Algunas de las áreas principales donde se pueden encontrar ejemplos claros de terminación del pensamiento como táctica de poder incluyen:

  • Empresas: Jefes o líderes de equipo pueden usar clichés como “así se hacen las cosas aquí” o “yo no hago las reglas” para desanimar a los empleados de menor rango a innovar o poner en riesgo su posición con ascensos u obsolescencia.
  • Política: Líderes pueden decir frases como “confíe en el proceso” para evitar explicar sus estrategias políticas. Esto impide que sus seguidores piensen de manera crítica sobre sus posturas (lo que podría llevarlos a cambiar de partido) y les ayuda a evadir las consecuencias de no cumplir con las políticas que dicen representar.
  • Sectas: Una de las características lingüísticas más notables de las sectas es la frecuencia con la que emplean clichés que terminan el pensamiento. Al repetir frases como “así son las cosas” o “no hay un ‘yo’ en ‘equipo’”, los líderes de sectas fomentan la cohesión grupal al impedir que los miembros piensen de manera crítica o continúen cuestionando.

Aunque muchos de los usos de la terminación del pensamiento tienen fines negativos, no todos los clichés son malos. De hecho, algunos tipos de terminación del pensamiento, cuando se usan con intención, pueden ser beneficiosos para la salud mental. Por ejemplo, si una persona que ha vivido un trauma tiene dificultades para mantenerse en el presente sin revivir pensamientos intrusivos sobre el evento, usar frases como “no es tan grave” u otros clichés elegidos por ella misma puede ayudarle a regresar al presente y detener los recuerdos o la disociación en seco. ¡La terminación del pensamiento no siempre tiene que estar dirigida a los demás!

Como ocurre con muchos aspectos del lenguaje, los clichés pueden tener un poder inmenso sobre las conversaciones. Ya sea que sirvan para invalidar, controlar o animar, las palabras que elegimos pueden impactar a quienes nos rodean de formas inesperadas. La próxima vez que considere decirle a alguien que “hay que gastar dinero para ganar dinero” o que “deje de ser tan sensible”, asegúrese de pensar si no le está quitando poder o interrumpiéndole antes de que termine de hablar. Al ser más conscientes de cómo estos pequeños movimientos lingüísticos pueden tener grandes consecuencias, todos podemos comunicarnos mejor, y detectar a quienes intentan engañarnos.

Sobre del autor
Carrie Ott

Carrie Ott

Carrie Ott es una escritora de negocios multilingüe, editora y entusiasta de la herpetocultura.