Investigadores y el equipo médico de la Universidad de Berkeley completaron recientemente un notable estudio en el que participaron 29 pacientes con epilepsia sometidos a cirugía cerebral. Durante los procedimientos, pusieron una canción de Pink Floyd – A Brick In the Wall (Part 1) – mientras utilizaban electrodos para registrar la actividad cerebral de los pacientes al escuchar la pista. Registraron los datos de la actividad cerebral de los pacientes, utilizando los electrodos como micrófonos, y programaron la IA para traducir los patrones de datos en audio.

En efecto, fueron capaces de utilizar las ondas cerebrales para realizar una versión identificable del clásico de Pink Floyd. No es ni mucho menos perfecta y suena un poco como si la estuvieran tocando bajo el agua, pero la melodía es reconocible. Los clips original y producido por el cerebro se pueden escuchar aquí para comparar.

Por qué se eligió Pink Floyd

Para empezar, los científicos de la UC Berkeley querían asegurarse de que todo el mundo entendiera que, efectivamente, son fans de la banda inglesa. Esta canción en particular también puede atraer a una amplia gama de preferencias musicales, y presumiblemente, no querían hacer sufrir a alguien con una pista terrible. También seleccionaron Pink Floyd porque la música de la banda es conocida por ser muy texturizada y tener capas de acordes e instrumentos inusuales, lo que significa que puede despertar una amplia variedad de actividad cerebral y emoción.

El potencial de la descodificación musical

Los intentos anteriores de descodificar señales neuronales mediante el uso de palabras y discursos han resultado todo un reto, aunque se sigue investigando en varios sentidos. Aunque Neuralink, una empresa pionera en neurotecnología fundada por Elon Musk, ha participado activamente en este campo, su enfoque principal ha girado en torno a permitir a las personas teclear utilizando sus mentes, en lugar de reproducir el habla o el sonido.

Sin embargo, el avance logrado por los investigadores de la Universidad de Berkeley supone un cambio de paradigma en el planteamiento de la descodificación de la actividad neuronal. La utilización de la música como medio para descifrar las señales cerebrales podría resultar fundamental. A diferencia de la complejidad del lenguaje, la música ofrece patrones rítmicos y tonales distintivos que el oído humano puede discernir e interpretar fácilmente. Este enfoque innovador no sólo es prometedor para comprender los entresijos de la función cerebral, sino que también tiene profundas implicaciones para las personas con diversas discapacidades.

A quién puede ayudar este estudio

La descodificación neuronal abre muchas vías con el potencial de revolucionar los métodos de comunicación para las personas que tienen dificultades para hablar o teclear debido a diversas afecciones neurológicas. Los beneficiarios de este tipo de tecnología serían los pacientes que han sufrido un ictus o padecen ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica).

La ELA es la enfermedad que padecía el famoso físico teórico Stephen Hawking y que le causaba dificultades para comunicarse. Hawking, inglés como los miembros de Pink Floyd, era capaz de comunicarse a través de un programa informático, pero como se trataba de una versión bastante primitiva de la tecnología, el sonido era muy mecánico y robótico. Curiosamente, Hawking nunca «mejoró» su voz en años posteriores a pesar de los grandes avances en este campo. Dijo que decidió no hacerlo simplemente porque había llegado a reconocer esa voz como propia y se identificaba con ella.

Para quienes prefieren una voz más natural y humana, el uso de Pink Floyd es una forma de recrear la musicalidad del habla a través de sus ritmos, acentos y entonaciones. Al incorporar la música a la tecnología punta, los posibles avances se encuentran en una interesante intersección entre humanidad y alta tecnología.

Una nueva generación de problemas de privacidad

Aunque la mayoría celebraría este triunfo de la ciencia, los críticos señalan la creciente necesidad de establecer normas y directrices sobre cómo utilizamos estos datos. A medida que nos acercamos cada vez más a la posibilidad de mirar en la mente de las personas (aunque por ahora sólo para tratar problemas neurológicos), el concepto de privacidad mental pasa a un primer plano en las cuestiones éticas. A medida que se generalizan este tipo de procedimientos y estudios, surgen importantes cuestiones relacionadas con la privacidad de los datos que requerirán una nueva regulación y legislación. Ya se trata de un tema polémico en campos relacionados, como el uso aceptable de los datos procedentes de tecnología portátil como el Apple Watch, los monitores de frecuencia cardíaca e incluso la información de los automóviles.

Pensamientos finales

A medida que los científicos navegan por esta frontera única de la neurociencia, tienen a su disposición una amplia gama de herramientas, incluidas las florecientes capacidades de la IA, el aprendizaje automático y, sí, incluso las canciones de Pink Floyd. En última instancia, el viaje para desvelar los misterios de la actividad cerebral a través de la música representa una profunda intersección de ciencia, tecnología y expresión humana, que ofrece esperanza y posibilidades a quienes las necesitan.

Sobre del autor

Justin Benton

Justin Benton

Justin Benton es un escritor y profesor de inglés radicado en Colombia.