Los idiomas existen en todas las formas y tamaños alrededor del mundo, pero si hay algo que todos comparten, es el uso de groserías. Aunque las malas palabras (y frases) varían según la ubicación geográfica, el dialecto y otros factores, los idiomas del mundo tienen mucho más en común de lo que se cree cuando se trata de maldecir.

Las groserías se originan en la experiencia universal de ser humano: sentirse molesto, emocionado o lleno de emociones difíciles de expresar con palabras. Pero ¿por qué los idiomas suelen tratar las groserías de manera similar, incluso cuando nunca han tenido contacto entre sí? Exploremos de dónde vienen las malas palabras y por qué usarlas podría incluso ser bueno para usted.

Por qué surgieron las malas palabras

En general, las personas en una sociedad quieren estar en la misma sintonía. Buscamos comprensión y ser tratados de forma equitativa. Sin embargo, cuando alguien siente que se ha violado su papel en el “acuerdo de entendimiento mutuo” de la sociedad, buscará maneras de hacer notar su situación de desigualdad y corregirla de forma rápida y eficiente. Aquí es donde entran las groserías.

Escalada de ofensa

Rebecca Roache, de la Universidad de Londres, plantea que un concepto llamado “escalada de ofensa” podría estar detrás de la creación de muchas groserías en el mundo. Esta idea parte de la ruptura del contrato social; por ejemplo, supongamos que usted está haciendo compras y alguien lo golpea con un carrito desde atrás. Probablemente asuma que fue un accidente y continúe con su día. Luego, en otro pasillo, se encuentra nuevamente con esa persona y lo golpea otra vez. Ahora está claro que no fue un accidente, y usted se siente irrespetado. Su posición de igualdad dentro del contrato social ha sido alterada. Por lo tanto, busca corregir el desequilibrio alertando a la otra persona y haciéndola responsable de sus acciones.
Para hacerlo de forma rápida y efectiva, tener una sola palabra o frase a la mano es la opción más sencilla. Así fue como surgieron las malas palabras.

Catarsis

Otro factor que impulsó el desarrollo de las groserías es el deseo de catarsis emocional después de que alguien se siente molesto o abrumado por sus emociones. Es común que las personas sientan que gritar una grosería les hará sentir mejor después de que sucede algo indeseado. De hecho, estudios respaldan esta creencia; un mayor uso de groserías se asocia con niveles de estrés significativamente menores. En otras palabras, los seres humanos han descubierto que decir frases que normalmente se consideran “inaceptables” o “impactantes” produce efectos emocionales positivos al encapsular sus experiencias de una manera que el lenguaje común no logra.

¿Qué hace que una palabra sea una grosería?

Entonces, la humanidad ha acordado colectivamente que las groserías cumplen una función, pero ¿por qué tantas en el mundo se comportan de manera similar, incluso entre culturas que no comparten contacto entre sí? Algunas de las razones principales incluyen:

La impresión de los sonidos consonánticos

Independientemente del idioma, la mayoría de las personas reconocen que ciertos sonidos (como k, p, ch) son más “explosivos” que otros. Estos requieren una expulsión rápida de aire, lo que puede percibirse como repentino y llamativo. Por eso, estos sonidos se usan con frecuencia en groserías, no por su función dentro del idioma, sino por la forma casi universal en que se percibe su sonido.

Tabúes

Uno de los propósitos principales de una grosería es llamar la atención sobre un comportamiento o evento específico. Una de las formas más simples de hacerlo es recurrir a conceptos y palabras que capten atención por su naturaleza tabú, es decir, cosas de las que normalmente se evita hablar, especialmente en público. Al escuchar estas palabras poco comunes, las personas naturalmente prestan atención para saber qué provocó tal expresión.

Desagrado

Similar a los tabúes, otra categoría de palabras que las personas pueden usar para llamar la atención (o incomodar a quien va dirigida la expresión) son cosas de naturaleza desagradable. Con frecuencia, esto incluye partes del cuerpo o funciones corporales. Por ejemplo, la frase francesa “Le gland ne tombe jamais loin du chêne” parece traducirse como “La bellota no cae lejos del (roble)”, pero incluye un juego de palabras sutil con “gland” (bellota), que también es un eufemismo para una parte de los genitales. Esta grosería, en la superficie, simplemente parece insultar a una persona por su similitud con otra (típicamente alguien con características indeseables); sin embargo, lo hace introduciendo incomodidad relacionada con hablar de partes privadas del cuerpo, un tema socialmente incómodo.
Decir groserías es un aspecto universal de la cultura humana que existe en los muchos idiomas del mundo (excepto en los idiomas artificiales). Similitudes como hablar de temas tabú, mencionar funciones y partes corporales, y usar sonidos agresivos para crear impresiones fuertes sirven para comunicarse rápidamente en situaciones tensas. Aunque cada cultura maneja sus groserías de manera distinta, hay algo seguro: no importa en qué parte del mundo se encuentre, siempre habrá alguien capaz de reprenderlo con palabras muy escogidas.

Sobre del autor
Carrie Ott

Carrie Ott

Carrie Ott es una escritora de negocios multilingüe, editora y entusiasta de la herpetocultura.