La comida es un tema que casi todo el mundo aprecia, pero expresar nuestro amor por la comida en diferentes idiomas no es tan fácil. La mayoría de la gente se siente orgullosa de una comida o un plato concreto de su cultura y está deseando compartirlo con un visitante. Del mismo modo, a la mayoría de nosotros nos entusiasma probar nuevos platos exóticos o incluso intentar prepararlos nosotros mismos. Entonces, ¿por qué puede resultar tan difícil traducir recetas y otros temas culinarios?

Matiz cultural

La forma en que vemos la comida y la hora de comer está tan arraigada en nuestras culturas que a menudo asumimos erróneamente que las cosas son iguales en todas partes. Estas suposiciones pueden dar lugar a malas traducciones e incluso resultar desastrosas para una empresa o un restaurante que intente introducirse en un nuevo mercado internacional.

Muchas empresas y restaurantes han tenido problemas en los mercados internacionales por haber hecho estas mismas suposiciones, sin tener en cuenta las normas sociales y culturales. El éxito de las traducciones de alimentos a menudo se adentra en el mundo de la localización lingüística, que consiste en adaptar un producto y su traducción a un lugar o país concreto.

Por supuesto, las preferencias gustativas son esenciales, pero las empresas alimentarias y los restaurantes también deben tener en cuenta una larga lista de cuestiones que a menudo se pasan por alto antes de intentar expandirse a un nuevo país. ¿Hacen tres comidas al día o dos? ¿Toman un almuerzo más copioso, como en Sudamérica, o la cena es la comida principal, como en Estados Unidos? ¿Cómo influye la religión en la alimentación? ¿Hay una gran población hindú que considere sagrada la carne de vacuno? ¿Hay musulmanes que ayunan durante el mes de Ramadán y no beben alcohol?

McDonald’s se ha convertido en un experto en investigar este tipo de cuestiones y, por consiguiente, en un experto en localización. No sólo mezcla su clásico estilo de hamburguesa estadounidense con las preferencias alimentarias locales, sino que también se fija en detalles más oscuros, como la demografía publicitaria de un país y el tamaño de las porciones nacionales. Sin embargo, esta habilidad no surgió de la noche a la mañana, ya que la empresa ha tenido su buena ración de errores en países como Islandia y Vietnam.

Recetas e ingredientes

Traducir una receta extranjera parece un proceso muy sencillo, y traducir los ingredientes individuales suele serlo. El problema surge cuando se desea una traducción «utilizable», es decir, una receta que los lectores del país de destino puedan hacer realmente.

Por ejemplo, imaginemos que un traductor intenta traducir al inglés una receta filipina que pide bagoong balayan, una pasta de pescado fermentado que se sala en tarros de barro. Puede sonar exótico para algunos, pero se encuentra fácilmente en los mercados y tiendas locales de Filipinas. El traductor tiene ahora varias opciones:

  • Traduce bagoong balayan al español como «pasta de pescado fermentado que se sala en tarros de tierra»;
  • Dejar el término original bagoong balayan, pero también intentar describirlo en inglés; o
  • Traducirlo como una «pasta de pescado» genérica, un producto que está más disponible en países extranjeros, aunque no es una traducción perfecta (ni una sustitución perfecta de la receta)

La respuesta correcta varía en función de la audiencia, el contexto y el propósito de la traducción.

Sustituciones de recetas

Las diferencias geográficas dificultan la obtención de algunos ingredientes como tipos de quesos, frutas tropicales, etc., y es habitual recurrir a sustituciones para las recetas. Existen varias guías en línea de sustitutos de recetas que ayudan a acercar los platos exóticos a públicos más amplios, pero también pueden acarrear complicaciones adicionales para un traductor. Por ejemplo, un plato italiano puede pedir formaggio pecorino romano, un queso de leche de oveja. Si este tipo específico de queso no está disponible localmente, se puede utilizar el queso parmesano, más común, PERO los chefs recomiendan reducir la cantidad de queso en 1/3 para mantener el equilibrio de sal y sabor. Pasar por alto un detalle como éste puede arruinar un plato, y avergonzar al chef y al traductor.

Cuestiones técnicas

Para complicar aún más las cosas, incluso el componente más estandarizado de una receta, las cantidades, pueden variar según la unidad de medida y las descripciones subjetivas. Las grandes empresas y restaurantes deben cumplir las normas locales, internacionales y de toda la empresa en materia de etiquetado de alimentos, información nutricional y prácticas de preparación de alimentos. Esto significa muchas traducciones y, dependiendo de los países o idiomas, puede implicar cambiar entre el sistema métrico y el imperial, y entre Fahrenheit y Celsius.

Además, los términos y prácticas culinarias habituales en un idioma pueden no traducirse bien a otro. Un «chorrito», «pizca» o «pellizco» de sal puede traducirse de forma diferente y dar lugar a resultados muy distintos (y quizá incomibles) en un plato.

Ser consciente de estos peligros potenciales es el primer paso para producir la mejor traducción culinaria posible. Ignorarlos, sin embargo, es una receta para el desastre.

Sobre del autor

Justin Benton

Justin Benton

Justin Benton es un escritor y profesor de inglés radicado en Colombia.