Imagine: la selección mexicana de fútbol gana la Copa Oro. Como persona de México, usted se siente orgulloso de estar presente en este emocionante momento. Un jugador se le acerca, gritando una frase en español. ¿Qué dijo? ¿No se supone que usted debería saberlo? Todos lo están mirando. Esta experiencia estresante resume el impacto cultural y personal de “no sabo”: aquellos cuya identidad familiar choca con la formación lingüística que los ha moldeado.

“No sabo” es un término aplicado principalmente a latinos de segunda generación que nunca recibieron educación formal en español. Como resultado, pueden entender el idioma hasta cierto punto, pero no han alcanzado la fluidez, aunque sus familias o comunidades continúen hablando español. El ejemplo anterior en la Copa Oro es una historia real—y se volvió viral, para disgusto del niño involucrado. Los espectadores llegaron en masa, señalando la brecha entre identidad e idioma.

Pero ¿qué significa “hablar” un idioma? ¿Cómo influye en el sentido de identidad personal, y debería ser un elemento definitorio en la vida de alguien?

¿Qué significa “hablar” un idioma?

Algunas personas tienen opiniones más firmes sobre el fenómeno no sabo que otras, y esta variación generalmente se reduce a la comprensión de lo que significa “hablar” un idioma. ¿Es cuando una persona puede leer, escribir y pronunciar el idioma? ¿Cuando puede mantener una conversación? Los límites son, en el mejor de los casos, poco claros, lo que deja a muchas personas no sabo enfrentando estándares injustos que rara vez pueden cumplir.

Los orígenes de No Sabo

El desarrollo de la población no sabo surgió de orígenes multifacéticos. En algunas familias, el uso del español cayó en desuso debido a la creciente necesidad de integrarse a una sociedad de habla inglesa para trabajar, estudiar y socializar. En otras, el racismo sistémico y comunitario incentivó dejar atrás la lengua materna.

Continuar preservando el español, especialmente en lugares donde la exposición a otros hablantes es limitada, puede erosionar gradualmente las habilidades lingüísticas y las oportunidades. Cuando el espectador en la Copa Oro no pudo hablar español, comentaristas y espectadores se burlaron o criticaron a la familia, reprochándoles que no debieron haber criado a un niño no sabo. ¿Por qué se veía tan mal el hecho de que una persona no hablara español?

El impacto en la cultura

Para muchos, no sabo equivale a una falta cultural: no hablar español borra esa identidad cultural. De hecho, este concepto es tan prevalente que muchos individuos no sabo expresan vergüenza sobre sí mismos: que no se les permite reclamar su herencia latina, que las tradiciones culturales están muriendo como resultado directo de sus “fracasos”, y que esa integración con otros idiomas los ha alejado demasiado de sus raíces.

Redefiniendo no sabo

Para los niños no sabo, la vergüenza y la culpa pueden ser considerables. El término “no sabo” en sí mismo es una burla: proviene de la idea de que los principiantes en español aprenden el patrón común de los verbos (yo como, yo tengo, yo hablo) y asumen que “I don’t know” se conjuga como yo no sabo. Sin embargo, la conjugación correcta es yo no sé. Así, el término peyorativo no sabo es una condescendencia directa diseñada para menospreciar.

Sin embargo, cada vez más personas están redefiniendo su herencia no sabo, abrazando su papel multicultural en el mundo. Al mantenerse como aprendices de por vida que integran tanto las poderosas historias de sus ancestros como el crecimiento hacia adelante de sus múltiples oportunidades en un crisol de culturas e idiomas, los individuos no sabo aportan sus perspectivas únicas de manera positiva.

Nadie más puede decidir qué tan latino/a es usted.

¿Es No Sabo algo único?

Aunque no sabo es quizás la forma más reconocida de pérdida de idioma (también llamada bilingüismo sustractivo), es solo uno de muchos ejemplos de este fenómeno. Muchos idiomas asiáticos ven un uso reducido en la segunda generación; piense en cuántas veces ha visitado un restaurante donde los dueños mayores hablan menos inglés que sus hijos, quienes también trabajan en el negocio.

Dane-zaa, una lengua originaria de Canadá, ha experimentado una pérdida similar. De las aproximadamente 1,600 personas que aún existen, solo alrededor de 270 hablan el idioma Dane-zaa. Ya sea por exposición, conveniencia, necesidad o una combinación de múltiples factores, el inglés ha superado el desarrollo de la adquisición nativa del Dane-zaa.

¿El cambio lingüístico a lo largo del tiempo es inherentemente negativo? No necesariamente. Sin embargo, es fundamental recordar que las historias, los idiomas, las culturas y las historias personales están ligadas inextricablemente al lenguaje. Preservar los idiomas del pasado es un esfuerzo valioso, incluso si su utilidad gradualmente se transforma hacia una perspectiva más multicultural.

Sobre del autor
Carrie Ott

Carrie Ott

Carrie Ott es una escritora de negocios multilingüe, editora y entusiasta de la herpetocultura.