El determinismo nominativo es la teoría de que las personas son influidas por los nombres que se les dan. Por ejemplo, una persona llamada Dennis podría sentirse atraída por una carrera en odontología, o alguien llamado Hunter podría decidir probar suerte buscando animales silvestres en el campo. En la primera parte de nuestra serie de artículos sobre el determinismo nominativo, definimos esta teoría y exploramos sus orígenes en la psicología y los estudios culturales.

Sin embargo, la pregunta de si existe o no algún fundamento científico en la idea de que usted podría estar destinado por el nombre que le dieron sus padres merece un análisis más detallado. En las secciones siguientes, revelaremos la verdad detrás de este fenómeno tan curioso como escurridizo, para ofrecer más claridad a quienes se preguntan: ¿Puede un nombre ser algo más que un simple nombre?

¿Qué tan común es el determinismo nominativo?

De manera anecdótica, el determinismo nominativo parece ser lo suficientemente común como para formar parte de nuestra conciencia cultural, pero lo bastante raro como para resultarnos novedoso. Muchas personas mencionan al menos a alguien en sus vidas que tiene un nombre curiosamente adecuado, pero debido a la amplia exposición pública, los ejemplos más conocidos de determinismo nominativo suelen ser celebridades y figuras políticas, entre ellos:

  • Usain Bolt: Velocista olímpico y actualmente el hombre más rápido del mundo.
  • Amy Freeze: Meteoróloga, Fox Weather
  • Dr. Stephen Bone: Cirujano ortopédico
  • Sue Yoo: Abogada litigante
  • Dr. William Head: Neurólogo
  • Igor Judge: Lord Chief Justice de Inglaterra y Gales

Aunque la investigación que define qué tan común es el determinismo nominativo es limitada, sorprendentemente sí existen estadísticas que identifican su presencia específica, principalmente en el campo médico. En 2015, investigadores en el Reino Unido descubrieron que ciertos apellidos eran más frecuentes en determinadas áreas de práctica médica que en otras, y que estos mismos apellidos tenían alguna conexión con el área de especialización. Por ejemplo, 1 de cada 119 pediatras tenía los apellidos “Boys”, “Gals”, “Child” o “Kinder”, y 1 de cada 91 cirujanos tenía los apellidos “Gore”, “Butcher”, “Boyle” o “Blunt”. Quizá aún más curioso: podría decirse que incluso los investigadores que realizaron este estudio tenían nombres que encajan perfectamente en la definición de determinismo nominativo: tres médicos y un estudiante de medicina, todos de apellido “Limb”.

¿Por qué ocurre el determinismo nominativo?

Existen tres teorías principales comúnmente utilizadas para explicar la aparición del determinismo nominativo, y cada una cuenta con cierto respaldo científico. En la primera parte de nuestra serie, exploramos la idea del egotismo implícito, la teoría que sostiene que las personas se sienten naturalmente atraídas hacia otras personas, objetos, carreras e ideas que se parecen a ellas mismas, ya sea de manera consciente o inconsciente. En el contexto del determinismo nominativo, una persona con el apellido “Pen” podría sentirse atraída por la escritura y eventualmente dedicarse al periodismo o la autoría. Esta influencia también puede extenderse a su red de apoyo, familiares o amistades que, conscientes de la asociación con el nombre, podrían animarle o dirigirle sutilmente hacia ese camino aparentemente adecuado.

Si bien el egotismo implícito es generalmente la teoría favorecida por la psicología, no todos los científicos están de acuerdo. Como hemos visto, aunque algunas investigaciones muestran que ciertas personas pueden sentirse atraídas hacia ocupaciones o profesiones que coinciden con su nombre, estos estudios han sido limitados y, en otros casos, inconclusos. Para muchos que han estudiado el tema, la explicación más sencilla es que cualquier supuesto ejemplo de determinismo nominativo es simplemente una coincidencia.

La última explicación combina ambas teorías y propone que el determinismo nominativo es resultado de un sesgo de búsqueda de patrones. En psicología, esto se conoce como apofenia: la tendencia innata del cerebro a buscar patrones y significado, incluso donde no los hay. Esta podría ser la explicación más importante de todas. Cuando conocemos a un cardiólogo llamado Dr. Heart o a un abogado de apellido Justice, lo recordamos de inmediato, incluso si hemos conocido a cientos de profesionales cuyos nombres no tienen ninguna relación con su trabajo. Independientemente de la explicación que prefiramos, la conclusión es que nuestro cerebro está entrenado para recordar ejemplos de determinismo nominativo, lo que hace que parezca más común de lo que realmente es.

La conexión entre nuestros nombres y nuestros roles

Es tentador pensar en nuestros nombres como simples etiquetas, algo que se nos asigna sin mucha consideración sobre cómo influirán en nuestro futuro. Pero los nombres tienen peso: cultural, lingüístico y hasta emocional. Desde temprana edad, se vuelven parte de nuestra identidad. Los escribimos en nuestras tareas, los escuchamos cuando los llaman en clase y los vemos impresos en diplomas y solicitudes de empleo.

Entonces, ¿realmente es exagerado pensar que una sola palabra asignada a nuestra existencia desde el día en que nacemos pueda influir en nuestra personalidad, nuestras relaciones o nuestras carreras? Como hemos aprendido, la ciencia y la investigación parecen confirmar al menos parcialmente esta sospecha. Y aunque nadie asegura que un bebé llamado “Baker” no pueda convertirse en bombero, con el tiempo, pequeñas influencias como la identidad personal, las preferencias inconscientes y las expectativas sociales pueden acumularse y ejercer una suave inclinación en cierta dirección. Al final del día, más allá de si su nombre realmente determina quién es usted en esencia, probablemente desempeña un papel más importante en su sentido de identidad de lo que usted imagina.

Sobre del autor
Gene Glarosh

Gene Glarosh

Gene Glarosh es un escritor independiente, editor de textos y periodista que ha escrito para publicaciones como The Caledonian-Record, Now with Purpose y Consumer Shield. Ha escrito de manera profesional durante casi 15 años en una variedad de nichos y actualmente mantiene un blog en Medium.