Pocas cosas pueden estresar tanto a unos padres como la creencia, por fugaz que sea, de que su hijo se está quedando atrás en alguna etapa crucial de su desarrollo y que, por tanto, está condenado a una vida de angustia. Incluso antes de nacer, los niños son inspeccionados, examinados y comparados con millones de compañeros en un esfuerzo por descubrir y prevenir cualquier problema potencial. Se les pincha y se les pincha al nacer, y luego los exámenes van más allá de lo físico y se adentran en nuevos ámbitos: psicológico, social, cognitivo y, por supuesto, lingüístico.

El lenguaje es especial porque, a diferencia de las visitas trimestrales al pediatra o las reuniones ocasionales con los profesores de preescolar, los padres observan e interpretan el progreso lingüístico del niño todos los días. Mientras que un kilo más de peso o medio centímetro más de altura pasan desapercibidos, los primeros sonidos, palabras y frases de un niño se celebran a medida que suceden.

Estos hitos tienden a seguir un patrón general, lo cual es una bendición y una maldición para los padres. La bendición es que estas guías pueden alertar a padres y cuidadores de posibles problemas. La maldición, por supuesto, es que incluso una ligera diferencia o «retraso» en la trayectoria lingüística de un niño puede hacer que los padres entren en pánico, quizás proyectando sus ansiedades en el niño y complicando aún más las cosas.

Padres, educadores y cuidadores deben comprender que el desarrollo lingüístico es un camino distinto para cada niño. Ninguna persona en el mundo ha aprendido a hablar y a leer exactamente igual que otra, por lo que aplicar calendarios estrictos al avance de un niño es contraproducente. Todo el mundo quiere lo mejor para sus hijos, por lo que la mejor manera de interpretar estas etapas del desarrollo lingüístico es como directrices generales de hitos que esperar y fomentar, no como una especie de fecha límite que cada niño debe cumplir.

En esta guía, esbozaremos las etapas generales del desarrollo del lenguaje en los niños e incluiremos algunas buenas prácticas para padres, cuidadores y educadores.

3-6 Meses

Los recién nacidos suelen dormir mucho y, justo cuando los padres primerizos empiezan a pensar «Vaya, esto de ser padres no es tan difícil como dicen», los bebés «despiertan» alrededor de los tres meses y empiezan a expresarse, generalmente a través del llanto. Es lo que se conoce como etapa prelingüística, y sus llantos son su primera forma de comunicarse y de decirte que necesitan algo. A usted le toca averiguar qué.

A los bebés les pasan muchas cosas y, aunque pueda parecer que sólo se dedican a comer, dormir y llorar, en realidad están constantemente estudiando y aprendiendo sobre su nuevo mundo y su entorno. Poco a poco, esta observación se convertirá en interacción. Suele producirse primero en forma de contacto visual y después de sonrisa o risa. Alrededor de los 6 meses, esta interacción suele volverse un poco más vocal, ya que los bebés empiezan a experimentar con la producción de sus propios sonidos, y obtendrá algo como el clásico «goo-goo-gah-gah».

En esta etapa, la exposición al lenguaje es importante, tanto en forma de «lenguaje infantil» que los niños pueden empezar a entender, como escuchando conversaciones avanzadas que les exponen a la plétora de sonidos que existen en el lenguaje. Lo más importante en esta etapa (y, en realidad, en todas las etapas) es interactuar con los niños, situarlos en entornos ricos en lenguaje y dejar que el proceso natural de aprendizaje haga lo suyo, por largo que pueda parecer.

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6-12 Meses

Los sonidos y vocalizaciones aumentan ahora, y la mayoría de los bebés están eufóricos al descubrir que pueden utilizar la boca y las cuerdas vocales como un nuevo «juguete». Empezarán a experimentar con todo tipo de sonidos diferentes, chasqueando, chasqueando los labios, soplando frambuesas, gritando, haciendo ruidos susurrantes, etc. Es la etapa del balbuceo, en la que los bebés pueden llegar a ser muy creativos con los extraños sonidos que producen, llegando incluso a asustar a sus padres con extraños chirridos o gruñidos.

Los bebés empiezan a darse cuenta de que todos los sonidos que hacen los mayores con la boca tienen un significado importante y que ellos también son capaces de utilizar esta herramienta. Pero aún no saben cómo hacerlo. Alrededor de los 9 meses, los bebés empiezan a señalar, mover la cabeza y gesticular. Se trata de un nuevo poder para los bebés, y pueden llegar a ser bastante exigentes e insistentes con él.

En esta etapa, los bebés pueden empezar a entender palabras importantes como «adiós» y «leche». Pueden reconocer sus nombres, pero no entender exactamente que se refiere a ellos. Cada vez entienden mejor los tonos, como «¡No!» si están haciendo algo potencialmente peligroso.

Los padres pueden ayudar a los niños en esta etapa leyéndoles, y a menudo se sorprenden al descubrir que los bebés se quedan absortos en los libros y en el proceso de lectura mucho antes de entender ninguna de las palabras. Esta exposición temprana al lenguaje y la alfabetización es una herramienta importante que los padres pueden utilizar a lo largo de todo el proceso de adquisición del lenguaje.

Tal vez, sólo tal vez, alrededor de los 12 meses los niños hayan dicho su primera palabra, pero eso no es una regla infalible de causa potencial de preocupación.

12- 18 Meses

A los 18 meses, la mayoría de los niños han pronunciado su primera palabra o más, pero incluso los 18 meses es una pauta poco precisa. En general, los niños aprenden sustantivos (pelota, perrito, barriguita), verbos (comer, dormir, jugar) y adjetivos (pequeño, rico, malo). Este periodo se conoce como etapa holofrástica y consiste en comunicarse con una sola palabra.

Pueden empezar a entender el concepto de preguntas y respuestas, y a formular ellos mismos preguntas de una sola palabra: «¿Pastel?». En términos de comprensión, es probable que los niños de esta etapa puedan entender instrucciones sencillas como «Dame la mano» o «Shhh». Cumplir esas instrucciones puede ser un asunto totalmente distinto.

Los padres y cuidadores deben animar y reforzar al máximo cada palabra que aprende el niño. Si tu hija dice «pelota», por ejemplo, repite la palabra y juega a que diga «pelota» para que tú le des una pelota. Luego se la quitas, vuelve a decir «pelota» y se la devuelves.

18-24 Meses

Por lo general, es el momento en que los niños experimentan lo que se denomina la «explosión del lenguaje», y su vocabulario se amplía desde lo más básico hasta más de cien palabras significativas. En esta etapa se produce un rápido aumento tanto de la producción como de la comprensión. En esta etapa, los niños son esponjas, lo asimilan todo y ven cómo aplicarlo a su propio lenguaje.

Algunos niños pueden entrar en la famosa etapa del «¿Por qué?», en la que cuestionan absolutamente todo. Esto puede resultar exasperante para los padres y es más que probable que los niños no entiendan (o ni siquiera les interesen realmente) las respuestas, pero es una forma importante de que los niños utilicen el poder de sus palabras para obtener más información.

En esta fase, puede corregir suavemente los errores de pronunciación repitiendo o repitiendo lo que hayan dicho en la forma correcta. Esto debe hacerse siempre de forma divertida, y los pequeños errores deben verse como algo simpático y no como motivo de preocupación.

Edad 2-3

Este periodo suele formar parte de la etapa telegráfica y es donde se forman por primera vez los bloques de construcción de las frases de varias palabras. Una de las formas más comunes de crear una frase de varias palabras es simplemente añadiendo «no» o «no», y es probable que los niños empiecen a utilizarlo para expresar lo que no les gusta, a menudo en voz bastante alta.

En esta etapa, pueden empezar a utilizar correctamente palabras para conceptos más abstractos como «querer» y «entender». Otras palabras comunes durante esta etapa son más pronombres (nosotros, ella, su), así como palabras de localización (debajo, encima, al lado de). Los niños también pueden empezar a añadir correctamente el sufijo «-ing» a los verbos de acción, y quizás experimenten con adverbios «-ly» como «despacio» o «deprisa».

A menudo, los niños ya pueden seguir conversaciones más avanzadas y disfrutarán cada vez más de la hora del cuento y de los libros. Los padres pueden volcarse en el contenido en esta etapa, pero es mejor hacerlo a través de interacciones significativas que del tiempo frente a la pantalla.

Edad 3-4

Esta es la edad del ensayo y el error, y los errores proliferarán, pero probablemente serán más entrañables que problemáticos. Los niños se aventurarán en estructuras más complicadas, pero seguirán tropezando con sustantivos y verbos irregulares. Es habitual que los niños digan cosas como «foots» en lugar de «feet» y «go-ed to the park» en lugar de «went to the park», pero en realidad se trata de indicadores positivos. El niño está empleando la gramática inglesa estándar al añadir -s al final de los plurales y -ed a los verbos en pasado, pero a veces el inglés no funciona así.

Es importante fomentar la producción en esta etapa pase lo que pase. Cuando tu hijo cometa un pequeño error diciendo algo como «I drink-ed juice» (he bebido zumo), puedes corregirle suavemente contestándole «You drank juice? Estupendo».

Otra buena actividad para esta edad es nombrar por turnos cosas de distintas categorías, como animales, verduras, etc. Los niños disfrutarán con el aspecto lúdico, mientras que la categorización y la clasificación les ayudarán a ampliar su vocabulario y a empezar a reconocer similitudes y diferencias lingüísticas.

Edad 4-5

En esta etapa, los niños deberían avanzar a buen ritmo en el habla y la escucha, y empezar a progresar en el reconocimiento de las letras y la prelectura. A la hora de comunicarse, empezarán a adquirir formas más avanzadas de interacción, como hablar por turnos, describir emociones, contar historias detalladas, hablar de sus sueños, etc.

Esta etapa es una buena oportunidad para dejar que los niños se pongan un poco tontos y se diviertan con el lenguaje. Se pueden inventar historias y pedirles que aporten detalles diferentes, como «¿De qué color son los zapatos que lleva el monstruo?», y luego adaptar la historia a esos detalles para mantener al niño atento. Cuando lea, coloque el dedo debajo de cada palabra para que los niños se acostumbren a seguir el rastro de las palabras y empiecen a relacionarlas con los distintos sonidos. Hay muchas páginas web y programas educativos atractivos para los niños, pero elige bien y procura que el tiempo frente a la pantalla sea siempre un complemento del aprendizaje.

Sobre del autor

Justin Benton

Justin Benton

Justin Benton es un escritor y profesor de inglés radicado en Colombia.