«¿Qué hay en un nombre?» La respuesta depende de la cultura y la lengua en que se hable. Nuestros nombres son identificadores personales e individuales únicos, pero a menudo representan las vidas, aspiraciones y creencias de un grupo increíblemente amplio de personas. En algunas culturas, los nombres están impregnados de tradición y se transmiten de generación en generación, mientras que en otras, los padres se esfuerzan por elegir nombres que sean únicos y poco convencionales.
Nombres en Rusia
Rusia tiene tradiciones distintivas para formar el nombre, el segundo nombre y el apellido, y mientras que muchas de sus orgullosas tradiciones de nomenclatura cirílica se han mantenido durante siglos, otras son sorprendentemente nuevas. Muchos de los nombres clásicos rusos son en honor de los santos y se eligen en función del día de la semana en que nace el niño. Por ejemplo, los niños nacidos en sábado suelen llamarse Dmitry (por San Demetrios). Los niños que nacen el martes suelen llamarse Iván (por San Juan Bautista), mientras que las niñas pueden llamarse Anastasia (por Santa Anastasia).
Los segundos nombres rusos suelen emplear un patronímico, que es un tipo de apellido derivado del nombre del padre. Por ejemplo, un hombre llamado Nikolay daría a su hijo y a su hija los patronímicos Nikolayevich y Nikolayeva, respectivamente. Esta tradición se remonta al siglo IX y es indicativa de la fuerte cultura patriarcal de Rusia. No fue hasta el siglo XVIII cuando estos nombres dejaron de utilizarse únicamente como apellidos y empezaron a convertirse en segundos nombres. Como en muchos otros países, los apellidos rusos pueden basarse en la profesión, como Kovalev (herrero) y Popov (sacerdote).
Nombres en España
En España se acostumbra a tener un solo apellido; sin embargo, las personas pueden tener hasta un máximo de dos apellidos. Dicho esto, se pueden hacer excepciones siempre que los nombres no perjudiquen a la persona. Los nombres pueden derivar del catolicismo, como María José (en honor a María y José) y Juan Felipe (por San Juan y San Felipe). Independientemente de que una persona tenga uno o dos nombres, siempre tendrá dos apellidos, uno paterno y otro materno. Los niños también pueden llevar nombres de otras figuras católicas, como Juan Pablo en honor de San Juan Pablo II.
El uso del doble apellido se remonta al siglo XV y fue oficialmente impuesto en el siglo XIX como forma de preservar la herencia familiar. En este sistema, los niños suelen recibir el primer apellido de sus padres: el primer apellido suele ser el del padre y el segundo, el de la madre. Esta práctica de que un niño lleve un apellido de cada progenitor es representativa de la importancia de la familia en España.
Nombres en Norteamérica
En Estados Unidos y Canadá, las tradiciones de nomenclatura que antaño eran fuertemente anglosajonas y bíblicas, dando lugar a nombres como John, Mary y David, han evolucionado con el tiempo y se han vuelto mucho más diversas y expresivas. Como autoproclamado «crisol de razas», era lógico que la influencia de inmigrantes de diferentes culturas y orígenes diera lugar a una mayor variedad en los nombres de los niños. Hoy en día, es habitual que los padres elijan nombres distintivos, significativos y que reflejen sus intereses individuales y sus antecedentes culturales.
Lejos de las rígidas tradiciones del siglo XIX, las grafías y pronunciaciones únicas son ahora más comunes, con importantes contribuciones de la comunidad afroamericana. También se ha producido un proceso conocido como «préstamo de nombres», en el que los padres eligen nombres parecidos a nombres populares, pero con ligeras variaciones, como Emili en lugar de Emily, o Camryn en lugar de Cameron. Las celebridades estadounidenses son famosas por sus nombres únicos para bebés, como la cantante Beyonce y el artista de hip-hop Jay-Z, que llamaron a su hija Blue Ivy. El transplante sudafricano Elon Musk y el músico canadiense Grimes han ido más allá, con una hija llamada Exa Dark Sideræl y un hijo llamado X Æ A-Xii.
Nombres en Corea
En Corea, como en muchos países occidentales, los nombres tienen tres partes. La diferencia, sin embargo, radica en el orden de los nombres. En Corea, primero va el apellido y después el nombre o nombres. Por ejemplo, en el nombre Kim Min-Jae, Kim es la familia o apellido, y Minute-Jae es el nombre elegido por los padres.
El apellido suele ser de una sílaba y se transmite por vía paterna. Los apellidos coreanos más comunes son Lee, Kim y Choi. Los nombres suelen tener dos sílabas y pueden reflejar rasgos deseados, como el nombre Ji-Hoon, que significa «sabiduría y favor». Las costumbres comunes en materia de nombres reflejan la cultura tradicional coreana y tienen raíces en el confucianismo. Estas prácticas y nombres suelen hacer hincapié en el respeto a los mayores y en la importancia de la armonía.
Nombres en África
En muchas culturas africanas, los nombres suelen ser muy simbólicos y se eligen estrictamente por su significado. Los nombres pueden elegirse para reflejar las circunstancias del nacimiento del niño, como la hora del día, el tiempo o la estación. Esto es habitual entre los yoruba de Nigeria, los igbo de Nigeria y los akan de Ghana.
Los nombres africanos también pueden representar los rasgos y cualidades que los padres desean que posea su hijo. Por ejemplo, el nombre Nia, en swahili keniano, significa «sentido de propósito». Y aunque algunos nombres, como Misery o Nhamo (Desgracia) pueden parecer negativos a los forasteros, en algunas culturas de Zimbabue esta práctica de poner nombres es común y pretende marcar un periodo de la vida de los padres, y quizá algo que superar.
Las prácticas de asignación de nombres ofrecen una ventana única a las diferentes culturas, ya que nuestros nombres son una de las cosas más personales que tenemos, y sin embargo nosotros mismos no los elegimos originalmente. Esta tarea se confía a los padres, los antepasados y la tradición cultural.