Cada noviembre, millones de personas en Estados Unidos se sientan a un banquete donde el pavo es el protagonista. Pero si usted viajara a Turquía, el país, y pidiera un “turkey”, no llegaría muy lejos. El ave que hoy asociamos con el Día de Acción de Gracias es originaria de Norteamérica, no de Turquía. Entonces, ¿de dónde salió ese nombre?

La respuesta se encuentra en una enredada red de rutas comerciales, suposiciones geográficas equivocadas y curiosidades lingüísticas. El nombre de esta ave es un caso fascinante de cómo las palabras viajan entre culturas y se van transformando en el camino.

Para empezar, hay que regresar al siglo XVI, cuando los comerciantes europeos se encontraban con toda clase de animales y alimentos exóticos procedentes de América. El pavo, en particular, quedó atrapado en la red del comercio de especias, fue mal identificado como un producto exótico venido de Oriente y terminó con un nombre que tenía muy poco que ver con sus verdaderos orígenes.

Un juego global de teléfono descompuesto

La mala denominación del pavo empieza con una antigua ruta comercial que pasaba por el Imperio otomano, que controlaba gran parte del sureste de Europa, Asia occidental y el norte de África. Cuando los comerciantes europeos se toparon con un ave que originalmente venía de América pero que les llegaba a través de comerciantes turcos, asumieron por error que se trataba de un producto de Turquía.

Quienes hablaban inglés empezaron a llamarla «Turkey bird» o «Turkey cock», asociándola con las rutas comerciales otomanas. Con el tiempo, el nombre se acortó simplemente a «turkey», consolidando el malentendido dentro del idioma inglés.

Pero este no fue el único caso de identidad equivocada. En otras partes del mundo, la gente creyó que el pavo provenía de un lugar completamente distinto.

  • En francés, el pavo se llama poulet d’Inde, que significa «pollo de la India». Los franceses, como muchos otros en el siglo XVI, creían por error que el ave venía de la India y no de América.
  • El polaco y el ucraniano siguen un patrón similar y llaman al pavo indyk, que significa «ave de la India».
  • El ruso tiene un nombre comparable, indushka, nuevamente derivado de la creencia de que el ave provenía de la India.
  • Mientras tanto, en la India, de donde el ave definitivamente no es originaria, el nombre para el pavo es Peru, en alusión al país sudamericano.

La confusión se debe en gran medida a que Cristóbal Colón creía haber llegado a la India cuando en realidad había arribado a América. Ese error geográfico moldeó durante siglos la manera en que Europa concebía al Nuevo Mundo y dejó un legado curioso en la forma en que distintos idiomas se refieren al pavo.

El verdadero nombre del pavo

Si quisiéramos nombrar al ave de manera precisa según sus verdaderos orígenes, tendríamos que mirar a los pueblos indígenas de América. El pavo domesticado que comemos hoy es descendiente de un ave que los aztecas comenzaron a criar hace más de mil años.

Los aztecas tenían su propio nombre para él: huehxolotl, que se traduce aproximadamente como «gran monstruo». En la lengua indígena náhuatl, esta palabra reflejaba el estatus del pavo como un animal grande e importante en su cultura. El ave no solo era una fuente de alimento, sino que también desempeñaba un papel en ceremonias religiosas y manifestaciones artísticas.

Cuando los exploradores españoles llegaron en el siglo XVI, llevaron el ave de vuelta a Europa, pero para cuando alcanzó las tierras de habla inglesa ya había pasado por varias capas de cambios de nombre y confusiones sobre su identidad.

Resabios lingüísticos: la influencia del pavo en el idioma

El pavo no solo recibió un nombre geográficamente confuso, sino que también nos dio una frase curiosa en el inglés moderno. La expresión «talking turkey» originalmente significaba hablar con franqueza o ir al grano en asuntos serios. Con el tiempo, evolucionó hasta referirse a una conversación directa, sin rodeos. Irónicamente, el propio nombre «turkey» está lejos de ser sencillo.

Y luego está, por supuesto, el uso de «turkey» como insulto. Llamar a alguien «turkey» sugiere que es torpe o fracasado, un sentido que se consolidó a inicios del siglo XX. No está del todo claro el origen de esta asociación, pero algunas teorías proponen que podría provenir de los movimientos torpes del ave o del hecho de que, alguna vez, los pavos silvestres se consideraban difíciles de cazar.

Un festín de identidades equivocadas

Entonces, ¿qué hay en un nombre? En el caso del pavo, una buena dosis de confusión, tropiezos del comercio global y evolución lingüística. El ave que quizá debería haberse conocido como «huehxolotl» —o con un nombre más cercano a sus raíces— terminó adoptando nombres asociados con tierras lejanas que no tenían nada que ver con ella.

Así que, la próxima vez que usted esté partiendo el pavo en una gran comida, no olvide darse el gusto (y quizá dárselo también a sus amistades) de reflexionar sobre la historia del nombre de esta ave. Toda comida sabe mejor cuando se acompaña con un poco de historia lingüística curiosa.

Sobre del autor
Prateek J

Prateek J

Prateek es un escritor independiente con formación académica en ciencias de la información e ingeniería. Tiene un gran interés en el campo de la semiótica y disfruta del teatro, la poesía y la música.